Spin-off

Spin-off

miércoles, 18 de diciembre de 2013

IV



"...Escúchame, que el amor es como es...
Llega en silencio y descalzo..."


    Ivel le texteó a su amiga diciendo que tal vez volvería un poco tarde, y que Lu tenía una copia de la llave del apartamento.
   Al terminar y levantar la vista se vio delante de una limusina; miró a Viorel con sorpresa.

-¿Cuando has planeado esto?

   Él la acorraló contra el elegante auto.

-Justo después de dejarte ésta mañana.-susurró contra sus labios.

   Hizo el amago de besarla pero se alejó cuando ella buscó sus labios.

-Tu maldad te saldrá muy cara.-comentó ella, arqueando una ceja.

    Viorel se encogió de hombros, abrió la puerta y la invitó a entrar.
    El chófer puso el auto en marcha tan pronto él subió.

-¿Adónde vamos?-inquirió Ivel, cogiendo un libro que estaba a su lado.-¿"Lo que el viento se llevó"?-Lo miró dubitativa. El ejemplar se veía bastante viejo.

   Él rió.

-Primero, reservé una suite en un hotel. Y segundo, sí, me gusta ése libro. No veo razón para que te sorprendas..

-No eres lo que aparentas.-El comentario le hizo mucha gracia a él.-Llevo años buscando éste libro en físico, nunca lo encuentro.

-Quédatelo.

-No.-Se lo entregó al ver que en la primera página aparecía el nombre de una mujer. Margaret Sullivan.

     Estuvo tentada a preguntar quién era, pero pensó que eso no sería bueno. Cosas personales no.
   El silencio se hizo, y no fue incómodo, si no todo lo contrario; Viorel la tenía cogida de la mano y jugueteaba con ella, de vez en cuando intercambiaban miradas. Se sentía deseada, y no podía negar que lo deseaba, justo ahí... en el asiento trasero del coche.
     Su fantasía terminó tan pronto como empezó pues el chófer anunció que habían llegado a su destino; Viorel le agradeció con una familiaridad que Ivel fingió ignorar.

    Viorel aún la tenía tomada de la mano cuando entraron al elegante recinto, saludó al caballero de recepción y siguió hacia los elevadores. Otras tres personas entraron con ellos; durante el trayecto el chico notó el nerviosismo de su acompañante, apretó un poco su mano pensando que tal vez se estaba arrepintiendo. Ivel levantó la mirada y negó con la cabeza, había adivinado lo que pasaba por la mente de él. Le apretó la mano de vuelta.
         Él capturó sus labios en un intenso beso que, de no haber estado acompañados, posiblemente habría terminado en algo más. A Ivel no le avergonzó ni un poco la presencia de los extraños, y tras llegar al piso que les tocaba, salió con una sonrisa de satisfacción en los labios.
    Viorel la guió hasta una puerta doble. Parecía ser la única habitación en aquel pasillo.
   
-Damas primero.-sonrió, luego de abrir.

-Gracias, caballero.

   Viorel ni siquiera esperó a que ella admirara la habitación, cerró la puerta, y la atrajo.
   Se fundieron en un largo beso que nada guardaba de puro; sus lenguas se entrelazaron mientras la llevaba hacia el sofá. No habían ido a maravillarse con la elegancia y belleza de aquella suite, las intenciones de ambos fueron obvias desde el momento en que ella decidió aceptar la propuesta. Sólo amantes, nada más...y una semana, tan sólo una semana...

-Espera....-Ivel lo empujó, el chico cayó sentado en el sofá que estaba detrás de él.-Impaciente.

   Viorel se puso en pie nuevamente con esa sonrisa burlona en los labios, ésa que empezaba a convertirse en la debilidad de Ivel.
    Besó sus labios, ella correspondió mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba caer al piso. Viorel le desabrochó el pantalón, se apartó de la chica. Y poco a poco lo fue bajando, ella se deshizo de su blusa y salió de los vaqueros, pero fue Viorel quien le quitó los tenis. Estaba de rodillas ante ella, se levantó lentamente dejando un sendero de besos en la pierna derecha de su joven compañera; depositó un suave beso en la parte interna del muslo para luego morder con suavidad el mismo lugar.
  Ivel gimió al sentir el leve dolor que se mezcló al instante con el placer. Estaba húmeda desde el juego de miradas en la playa, le parecía ridículo que un hombre tuviera ése efecto en ella así de rápido; lo escuchó reír al momento de él levantarse. La apretó a él, quien ya estaba listo. Ivel sonrió al sentir la dureza de su sexo contra ella.
   
Él la levantó un poco y la apoyó contra la pared. Miró sus labios, el rojo carmín no se hallaba disperso, no del todo. Le mordió suavemente el labio inferior, de algún modo sus manos actuaron y se deshicieron de las bragas. Estaba fuera de sí, cosa que ella lograba hacerle con facilidad.


   La chica reservada, callada, era totalmente distinta cuando de sexo se trataba. Como lo dijo ella misma minutos atrás: "No eres lo que aparentas".

-No eres lo que aparentas.-le susurró Viorel al oído.

-Yo no aparento, soy quien soy. Sólo que no confío en la gente tan rápido.

-¿Entonces ya he ganado?

   Viorel sacó un paquetito plateado de su bolsillo y alejándose de ella, quitó la envoltura. Le entregó el contenido a la chica, quien entendió su silencioso pedido; dio un paso al frente y le bajó los pantalones seguidos de su bóxer. Lo miró directamente a los ojos, él parecía estar sacando fuerzas de donde no tenía para mantener el control, su respiración se volvió cada vez más irregular al sentir las manos de Ivel en su sexo. Le sostuvo la mirada el tiempo que tardó en colocar el condón; ella bajó la mirada, Viorel aprovechó su descuido. Capturó su boca en un largo beso, la apoyó en la pared y, sin previo aviso, la penetró.
     Aunque al inicio fue un poco fuerte, Viorel bajó la intensidad, y no por pedido de ella sino porque quería alargar el encuentro. Las embestidas eran lentas, acompañadas por efímeros besos en los labios. 
    Sus miradas se encontraron, él se detuvo dentro de ella, sintió una fuerte contracción que casi lo hace correrse. Pero sacó fuerzas de flaqueza para aguantar sólo un poco más. Acarició su labio inferior con el dedo pulgar, ella le puso una mano en el pecho. El deseo brillaba en sus ojos; Ivel se mordió el labio que él acababa de tocar, y los movimientos empezaron de nuevo. Ésta vez más fuerte.
     La chica sintió explotar cuando el hombre besó su cuello, y embistió por última vez. Viorel se corrió escasos segundos después mientras saboreaba su boca; apoyó su frente en la de Ivel, sin despegarla de la pared y sin salir de ella.
   Besó su boca nuevamente, el deseo seguía latente. Quería más de ella...

-¿Estas bien?-preguntó con una sonrisa en los labios.

-Sí, pero...¿intentas matarme?-rió, mientras él salía con lentitud.-Por cierto. ¡Qué bello lugar!-comentó, intentando no desplomarse en el piso alfombrado.

   Viorel rió, sabía que ella no había prestado el mínimo interés en la suite.
    Se quitó el condón y le pidió que esperara un momento. Pero ella lo siguió hacia el dormitorio; se había puesto la camisa blanca de su compañero y se paró en medio de aquella habitación, era preciosa. Grande y elegante. Él volvió, la cogió de la cintura y la llevó hasta la cama; la acostó quedando él encima.
    Le dio un beso en la comisura de los labios, ella le acarició el oscuro cabello.

-¿Quieres algo de beber? Así reponemos fuerzas.-dijo el joven-. Pediré algo a...

-No. Si quiero algo de beber y comer serás .

   Viorel delineó con el dedo índice los finos labios de la chica.

-¿Sabes que me resultó divertido?-dijo de pronto.

-Dime, pequeña mía.

-Tu reacción de anoche al darte cuenta de que habías olvidado usar condón.

   Viorel detuvo el beso que le estaba dedicando en el cuello.

-Nunca me había pasado, pero para tu suerte estoy sano.

-Para tu suerte, yo igual. No soy promiscua como cierta persona.

  Él frunció el ceño. No por enfado, estaba jugando con ella.

-¿Qué insinúas? No soy promiscuo

-No, claro que no.-Una nota de sarcasmo en su voz.

   Viorel le dio un mordisco en el cuello, ella ahogó un gemido.

-Encontraste divertido mí pesar ¿no?-Ivel asintió-. Eso merece un castigo.

   Sus ojos tenían un brillo electrizante; tan azules, tan posesivos. Ella era suya, y ésa mirada casi animal se lo confirmaba.

-¿Tienes un látigo escondido en ésta habitación?

-No eres ése tipo de persona.-susurró él.

-Soy del tipo de persona que tiene mente abierta.

   Allí estaba esa media sonrisa otra vez. Sin duda hermosa.

-Ivel ¿acaso dejarás de sorprenderme?-preguntó, mirándola fijamente, y separando sus muslos.

-Sólo cuando tú así lo desees. 

   No era la respuesta que esperaba, pero sí le resultó excitante.
   Sería una larga noche....
   Y una larga semana....
 






2 comentarios:

  1. EXCITANTE VELADA,,, ¿QUE PASARÁ MÁS ADELANTE?
    TIENE PINTA DE SER UNA SEMANA FORMIDABLE.
    UN BESAZO IVEL!!!

    ResponderEliminar